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domingo, 6 de octubre de 2013

Por qué nunca quise ser padre

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Recuerdo claramente cuando un gran amigo mío me sugirió evitar el siquiera comentarlo; y es que el hecho de que un padre exponga tal aseveración con respecto al tema de la paternidad seguramente podría traer consecuencias en el autoestima de la "pequeña" o miramientos externos de rechazo social del progenitor; más sin embargo; el contexto de lo explicito muchas veces es tan distinto a lo que todos consideran como implícito.

Hoy seis de octubre del año dos mil trece, he sentido la compleja satisfacción de que haya pasado un año desde que oí ese llanto que culminaba la tan ansiosa espera. Aún lo recuerdo como si fuera poco; y es que son escasos los momentos en los que tantas sensaciones y sentimientos se mezclan de manera tan copiosa.

El proceso de gestación fue complicado desde un principio; y hasta el final; siempre hubo momentos de incertidumbre respecto a las decisiones que debíamos tomar para que todo diera pie a que naciera con normalidad.

Días antes, hubo un sueño muy peculiar que hizo preocupar a su madre; la pequeña era representada como un conejito que había mojado por completo a su progenitora; tal fue el impacto del mismo que hizo que por curiosidad fuéramos a hacer un chequeo; al verificar el diagnóstico, la ginecóloga detectó pérdida de líquido y en consecuencia la necesidad de adelantar la fecha del parto para evitar un sufrimiento fetal.

Las dudas saltaron como siempre; ya era sábado y no sabíamos que hacer; considerando que cualquier decisión que tomáramos podía poner en riesgo la vida del bebé. El someternos a adelantar su nacimiento podría contradecir la preparación a la que nos habíamos sometido con la finalidad de que sea un parto normal; por otro lado el arriesgarnos a que siga madurando hasta que llegue al punto natural de desarrollo podía llevarnos a un daño irreversible.

Sin embargo el mismo sábado nos aventuramos a la opción de su apresuramiento mediante la inducción al parto. Este proceso ciertamente me hizo comprender el porqué se dice que las mujeres están preparadas para sufrimientos extremos; y es que fueron horas de interminables ejercicios forzando a que la madre esté preparada para dar a luz.

La ayuda emocional era fundamental ya que los incesantes apresuramientos solo debilitaban la esperanza de que todo vaya según lo planeado.

Ya habían pasado más de 4 horas; y por fin el momento había llegado; acelerados la trasladaron a la sala de preparación y por otro lado a mí me llevaron a un vestidor en el que me dieron atuendos que jamás me había colocado en la vida; creo que debí hacer un simulacro antes; ya que demoré demasiado en averiguar donde iba cada pieza hasta que una enfermera me ayudo a colocar todo en el lugar correcto. No había pasado ni 10 minutos desde la llamada a la sala de parto cuando entré y en solo unos minutos escuché el llanto de mi pequeña.

Fue tan rápido el momento final y tan larga la espera que fui insensible al momento hasta verla por primera vez.

Tan solo fueron unos minutos en la sala de parto; y ya luego el tiempo se encargó de continuar esta historia hasta hoy que se cumple un año de este momento tan sublime ocurrido un sábado a las siete de la noche.

Y si el recuerdo es tan preciso y tan apasionante me preguntan: ¿por qué aún sigues afirmando que nunca quisiste ser padre?

La explicación realmente es simple y quienes conocen la filosofía que tengo sobre la vida lo entienden sin siquiera dar la respuesta; pero es necesario comentar algunos sesgos sobre lo que significa el no querer ser padre:

Todo ser humano busca el tener hijos para poder satisfacer la necesidad de mantener la especie y de sentir que es útil mediante la formación de otro ser que deberá ser mucho mejor que uno. Es ciertamente UN PLACER.

Pero realmente el mundo dentro de sus bondades también tiene sus desavenencias; la propia vida te obliga a darte cuenta que no todos son "buenos" y que también hay de los "malos"; y en algún momento todos terminan mostrando un poco de todo.

Tuve y tengo el temor de ser padre por que sería incapaz de limitarla a sus conocimientos; sería incapaz de apartarla del tormentoso flagelo del error y sus efectos emocionales; sería incapaz de prohibirle el tomar decisiones incorrectas, colocándole claro que sea lo suficientemente responsable como para asumir sus consecuencias; sería incapaz de levantarla del suelo, más solo le prestaría mi hombro y conmigo de rodillas le obligaría a pararse sola; sería incapaz de prohibirle que se empalague de lo dulce de aquello que las mujeres llaman amor, y de las fijaciones a lo nosotros consideramos como prohibido; sería incapaz de negarle alguna decisión suya por más dolorosos sean los resultados.

Y es que mi filosofía de vida no va por un camino fácil. Si uno quiere estar preparado tendrá que ser fuerte ante los problemas, y la única forma de aprender a sortearlos es enfrentarse a ellos. No hay mejor antídoto a un mal que no sea el propio mal en pequeñas dosis.

Ciertamente que yo solo orientaré más no obligaré a que haga lo que yo crea sea correcto.

Por lo tanto, es muy posible que mi pequeña navegue por mares muy distintos al de los demás. Al principio sufrirá la angustia de la inseguridad y seguramente sus errores la harán caer en profundas depresiones. Me echará la culpa de muchas cosas ya que esos dolores son realmente terribles; sin embargo; sé también que con el tiempo será madura, logrará ser mucho mejor que Yo, y la veo triunfante ente todo y todos. No por que Yo sea su padre, sino por que habrá recorrido un camino que la hará grande.

Pero; ¿el fin justifica los medios?

Nunca quise ser padre por que la vida enseña de manera efectiva mediante el dolor, sufrimiento y la angustia. La naturaleza propia te lo muestra con sus vacunas que no son más que el mismo mal pero en pequeñas cantidades. Y ciertamente lo que no te mata te hace más fuerte.

Nadie puede decir que es inmune a una enfermedad si no la ha contraído y su cuerpo ha generado anticuerpos de manera natural; y esa es la naturaleza del ser humano. Puedes huir de los problemas, pero solo el enfrentarlos puede generar en ti mayor cantidad de anticuerpos para pasar a un nivel superior de entendimiento.

Miro a mi hija, y me preocupa lo que tendrá que vivir y sé que lo tendrá que pasar ya que es la única forma de que logre los anticuerpos que necesita para poder valerse por sí misma.

Esto siempre lo supe y por ese motivo no quería ser padre; porque sé lo que se viene. Sin embargo ella está acá y su presencia me ha traído una de las satisfacciones más grandes que pueda sentir una persona. Ahora más que nunca me gustaría que no crezca, pero lo hará; me gustaría que siga arrimada solo de nuestros brazos, pero se hará independiente; y los pequeños golpes que se da al tratar de caminar serán nada a comparación de aquellos producto de cuando se enfrente a las demás personas.

Se dará cuenta que somos seres humanos y que todos cometemos errores; se dará cuenta que papá y mamá no siempre tienen la razón, se dará cuenta que les fallaremos no por que lo queramos  sino por que las circunstancias muchas veces nos juegan malas pasadas.

Por eso quería evitar que un ser más pase por esto; ya que si no lo pasa, simplemente no estará preparado para enfrentarse a la vida.

Sin embargo luego de todo se dará cuenta finalmente que la incertidumbre es lo más natural de la vida y que por lo tanto aquella inseguridad que siempre sintió será una de sus mayores fortalezas ya que jamás la limitará antes sus decisiones, buscando, explorando y no dejándose llevar por lo que siquiera sus propios padres le puedan decir.

Muchas veces he admitido mi cobardía a varias cosas. Y una de ellas es esa cobardía de sentir lo amargo de ver sufrir a alguien muy cercano; sin embargo más fuerte que eso es mi convicción de que todo aquello que pasamos siempre nos ayudará a ser mejores y a madurar nuestros aspectos personales para poder subir un nivel más de entendimiento sobre la vida.
Hija; hoy seis de octubre escribo algo que lo hago público y que; espero que pronto; lo puedas leer. Para que sepas el por qué nunca quise ser padre, que no va por un sentido de aceptación, sino por el temor de saber todo aquello que tienes que pasar para ser quien serás; alguien muy grande en la vida.

Admito que esta es una de las mejores etapas de mi vida; y ciertamente estaré más en los momentos malos que en los buenos por que ese es otro de mis defectos; casi siempre solo aparezco si y solo si me llaman. Sería incapaz de meterme en asuntos que creas no tenga que entrometerme. Hoy caminamos bastante, y visitamos lugares que no conocías y seguramente no lo recordarás. Cuando pasen los años y leas esto iremos por esos mismos lugares. Dios mediante.
UN FELIZ PRIMER AÑO DE VIDA MI SAMANTHA DORITA CHALLCO CENTENO.
Este es mi humilde regalo de cumpleaños.




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