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miércoles, 15 de agosto de 2012

La muerte no es el fin, ES UN NUEVO COMIENZO

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Empiezo a escribir muy lleno de ideas y sin saber como empezar ni como terminar. Hoy 15 de agosto del 2012, a 12 días de haber cumplido mis 32 años, a casi una semana de haber inaugurado una oficina del proyecto de mi vida, a 4 días de llegar al primer año de fundada nuestra empresa; hoy 15 de agosto toca contar el cierre de una historia y el comienzo de una leyenda.

Bernabé Aguilar Apomayta, nació en junio de 1922 y a dos meses de haber cumplido sus 90 años un 14 de agosto del 2012, deja este mundo terrenal para formar parte del universo mismo.

Hasta ayer fuí muy egoísta y rompí en lágrimas varias veces por su partida, pero luego recordé todas las conversaciones que tuvimos en mis escapadas por Modesto Molina 830. Él sufría mucho, y a pesar que no lo expresaba en su totalidad, aprovechaba nuestras tertulias para contarme todo aquello que le gustaba, lo que le gusta y lo que le gustaría.

- "Hijo, ya no veo bien, y tampoco escucho" - Era algo que siempre repetía entre sus historias y de contrabando me preguntaba si había alguna forma de poder recobrar esos sentidos. Recuerdo sus aventuras con el Sr. Miguel Palle y cuando nos llevaba en su camioneta a la playa. Siempre me hablaba de su amigo el señor PARI y como en una conversación con Él, decidió por fin empezar a construir su casita de material noble, ya que por muchos años solo el adobe fue nuestra compañía; o como conoció a Constanza; su esposa; en aquella tiendita que tenían y en la cual la jóven iba a comprar seguido y donde inició este idilio que jamás terminará. Era fuerte y de corazón noble, pero como todo hombre muchas veces sucumbió a uno de sus peores vicios, "el licor"; sin embargo, logró recuperarse a tiempo reformulando así el sentido de su vida. Me hablaba también de mi tía Dorita, hermanita de mi madre que en paz descance, pero muy en especial de la historia de cada uno de los integrantes de la actual familia.

Siempre fuimos 7 y así fue por más de 25 años. Eugenia su hija inseparable ayudó a formar parte de este sueño de la casa de concreto y ladrillos, junto a Abelardo quien se tranformó en mucho más que un yerno, Él fue el hijo varón que jamás tuvo y que está y estará con Él para siempre. Susalem y José sus nietos que jamás lo dejaron, estuvieron con Él hasta el mismo día del accidente, cada uno lo cuidaba a su manera; y finalmente Constanza su esposa, su compañera, su amiga, su ayudante en las obras, era su TODO y con quien vivió más de mil y un aventuras.

Papá Bernabé era el abuelo, Mamá Constanza era la abuela, Mamá Eugenia era la madre, Papá Abel era el padre, Susalem la hermana mayor, Carlos el segundo hijo y José Eduardo el tercer hijo de esta familia.

Nunca llegué a ser un ingeniero civil como me lo pedías cuando me sentaba en tu regazo, pero llegué ser arquitecto. Aún recuerdo cuando me llevabas a tus obras en la carretilla, esa carretilla que aún está guardada en la casa de Pocollay, y que ahora la uso para las obras que ahora manejo gracias a todo el conocimiento que me dejaste como maestro de obra.

Mientra recordaba todo esto, y las innumerables conversaciones que tuvimos me dí cuenta de mi gran egoismo al ver caer muchas lágrimas; ese egoismo que no te deja desprenderte de un ser querido por que quieres tenerlo cerca y para siempe. Era egoísta y quizá lo sea cuando derrame alguna otra lágrima; y perdóname por eso.

Sé que ahora ya puedes ver, sé que ahora no es necesario gritarte para que escuches, sé que ahora puedes escuchar hasta mis susurros, sé que ahora puedes correr, y romper un muro con una simple patada, por que ese es el Bernabé Aguilar que todos recuerdan, un ser extremadamente fuerte y de corazón noble. Ahora seguramente te has encontrado con todas aquellas personas de las que me hablabas y me decías que extrañabas. Aquellas personas que se fueron yendo poco a poco de este mundo terrenal. Recuerdo cuando me preguntabas: ¿y cuando me tocará a mi?

Recodando todo aquello vino a mi mente una imágen: Ví esa sonrisa tuya de cuando te llegaban buenas noticias, o escuchabas algo que te agradaba, ví esa sonrisa tuya al darte cuenta que nuevamente puedes hacer todo eso y que este cuerpo que te lo impedía ya no lo hace más. Te ví sonreir y eso me llenó de alegría y me reconfortó, y decidí no llorar por que sé que eso malograría tu felicidad y te pondría triste.

Discúlpame si soy egoista y lloro, pero aún me falta entender que el verdadero amor no radica necesariamente el tener al ser querido cerca sino mas bien en que éste sea feliz. Mantuviste a la familia siempre cerca hasta el último momento de tu vida y eso te hacía feliz.

Sé que en este momento me estas escuchando y te sientes feliz de vernos a todos reunidos. Sé que disfrutas plenamente de esta nueva condición en la que no existen límites, en la que ya eres libre y ya no solo te puedes limitar a remendar alguna ropa tuya sino que ahora regresas a ser el mismo ser invensible que fuiste siempre.

También sé, que ahora que estás en esta nueva etapa te has dado cuenta del infinito amor que te tenemos cada uno de los integrantes de esta familia y que así será por la eternidad, sé que te das cuenta ahora del amor que te tienen esos amigos que te han venido a ver, no por curiosidad sino por respeto y amor a aquel ser que era Don Bernabé Aguilar.

Al darte cuenta de todo eso, nuevamente te veo sonreir.

Y finalmente no te puedo pedir "que descances en paz" por que conociéndote ya debes estar buscando algún material por ahi cerca para armar algún cuartito para cuando lleguemos los demás.

SEÑORES ÉL ES BERNABÉ AGUILAR APOMAYTA: "MI PAPÁ BERNABÉ"

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