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domingo, 17 de julio de 2011

NORTEANDO un poco I parte


Ya estamos en el control policial y han revisado nuestros D.N.I. mientras yo sigo esperando que mi celular envíe la foto mal tomada del bus antes de la partida del Terminal Terrestre de Tacna luego de ser despedido por una bella princesa, una de esas de los cuentos de Adas.
En la tv, una película sobre unas cartas "a Julieta" me distrae de la bulla generada por unos pequeños pero estruendosos pulmones que al costado mío no hacen otra cosa que recordarme lo "bonito" que será si algún día tengo un hijo; una instrucción que se repetiría constantemente durante toda mi travesía.

Al costado mío, estuvo sentada una persona que se bajó en el control de aduanas que me trajo una extraña sensación; desde el hecho de pensar que se hallan olvidado de él; pasando por que quizá se regresó a Tacna y hasta pensar que era algún terrorista que acababa de colocar una bomba y huyó inmediatamente. En fin, sea lo que sea, ahora tengo dos asientos para poder acomodarme. Quizá sea un poco "alucinado" pero luego de que me tocara "un terramozo" en vez de "terramoza" el viaje se tornó algo aburrido y poco tolerante; así que ahí el motivo de que mi imaginación haya estado elevado a ese nivel.  En fin, también había olvidado lo divertido que es ir al baño cuando estás en un bus interprovincial: - Abres la puerta con fuerza. - Ingresas cuidadosamente mientras al bus se mece en todas las direcciones. - Girar el pestillo con fuerza para que se encienda el extractor de aire y la señal de ocupado. - Agarrarse de los pasamanos con una mano y con la otra desabrocharse la bragueta. - Intentar apuntar hacia el inodoro y rezar que no haya un frenado brusco. - Lavarse las manos y salir del baño no sin antes revisar cuidadosamente que no se haya ensuciado el pantalón en tan complicada faena.

Y al regresar, nuevamente el llanto de este niño, que no hace otra cosa que recordarme que el silencio y la tranquilidad es uno de los regalos mas preciados que te puede dar la vida. 


Esa mezcla del llanto sumado a esta película un tanto "idealista" sobre las casualidades de la vida en el tema del amor, no hacían otra cosa que mantenerme un tanto intranquilo.

Ya estaba con bastante hambre así que afortunadamente  llegó el almuerzo; no se como se llama el plato pero estaba tan  hambriento que desapareció rápidamente de la bandeja.


Un hombre que desaparece en medio de la nada del bus, un bebé llorando al costado, un terramozo en vez de terramoza, una película demasiado "cursi" para mi gusto y un almuerzo que no me llegó ni a picar un diente; demasiadas cosas que contar en menos de una hora de viaje... Bueno, algo me decía que habrían mas sorpresas en todo el trayecto, así que en ese momento solo me relajé un poco y acepté el hecho de ver esta película al que todos en el bus estaban tan atentos.


La próxima semana escribiré la segunda parte de lo que fue este viajecito al Norte del Perú.

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